En el blog de hoy les vamos a compartir algo que nos parece muy bello, se trata de uno de los símbolos que desarrollamos en la técnica Despertar del Cuerpo. Estos símbolos se construyen desde el cuerpo, en contacto con cada paciente o cada alumno. Evolucionan a lo largo de la experiencia terapéutica de cada uno de nosotros.
Empecemos con el símbolo del árbol… a ver como nos va !!
El árbol…. un símbolo importante en la estructura corporal, representa el respaldo y se trabaja desde la espalda, espacio no visible de la persona conectado con el inconsciente.
El tronco del árbol es la verticalidad de la vida, puede ser debilitado por varias formas de golpes… Es nuestra columna vertebral, centro de nuestra identidad que ha sido sacudida a lo largo de la vida, por emociones y traumas. Para mantener el árbol interior sano, se trabaja vertebra por vertebra, quitando las tensiones que se hayan instalado en la historia de la columna. La arcilla es una de las herramientas más eficientes para volver a dar toda su libertad a nuestra verticalidad, vibrando de nuevo como un árbol conectado a la savia de la Tierra.
Los frutos del árbol representan las experiencias de vida. Hay frutos que se cosechan y son motores de la vida. Otros que no se cosechan, se quedan en descomposición sobre las ramas… tienen que caer hacia la tierra, serán nuevo abono para el árbol, fertilidad para la vida. Así son las experiencias de vida, algunas sirven, y otras tienen que ser entregadas, tienen que caer y transformarse. Masajear los hombros es liberar las ramas donde se encuentran acumulados los frutos.
Las flores son las partes menos permanentes de nuestro árbol interior. Son símbolo encarnado de nuestro pensamiento que florece en la cabeza. Al experimentar la vida, los pensamientos como las flores van madurando, van ganando en intensidad o se van reclinando hasta marchitarse; necesitan ser podados para abrir espacio a una nueva flor. Podar es un símbolo importante en el cuerpo, se realiza al masajear la cabeza, liberando las tensiones en el cuello.
No por último las raíces, la parte más profunda del árbol, sustento de su verticalidad. Las raíces en nuestro cuerpo nacen del sacro – base de la columna vertebral – y se proyectan hacia la tierra. Estas raíces son nuestras piernas. Conocemos la sensación de inseguridad o temblor en ellas cuando algo fuerte pasó, cuando vivimos de manera física o emocional una situación de desarraigo – cuando un piso se va… A su vez las experiencias que dan profundidad y confianza a nuestra vida, los actos que van marcando un hábito, abren en nuestras piernas una mayor presencia y conexión.
Masajear las piernas es contactar las raíces de nuestro árbol, liberar sus tensiones, llenar los vacíos, estirar hacia un nuevo piso, confirmando la presencia de una tierra profunda que nos sostiene.